31.8.14

CAZADORES "ILUMINADOS"

La búsqueda permanente de pistas en pos de una respuesta al fenómeno que “está ahí”, me permite
cosechar infinidad de testimonios y experiencias de gente de todas las edades, pero sin dudas las experiencias de los trabajadores rurales y los cazadores son las más ricas.
En el marco de un trabajo de investigación iniciado hace algunas semanas, encontré un cazador que relató una experiencia alucinante que vivió junto a seis amigos. A pesar que la experiencia tiene unos cuantos años de antigüedad, no pierde valor porque de alguna manera sirve como ejemplo y disparador a experiencias aún guardadas por un sin número de gente que guarda la experiencia para determinados círculos familiares o de amistad y que cuando llega el investigador, la cuenta luego de entrar en confianza.
El caso al que haré hoy referencia tuvo lugar hace más de 20 años en la zona rural de “La Araña”, uno de los lugares emblemáticos de la ovnilogía pampeana por la riqueza y variedad de casos. Al momento de recordar la experiencia, el testigo confirma que se conmueve y que muy pocas veces lo hablaron con el resto de sus amigos.
“Éramos siete y un fin de semana decidimos ir a cazar a un campo en la zona de La Araña. Llegamos temprano y dispusimos todo como para ir a apostarnos con las primeras horas de oscuridad. La noche se presentaba fresca pero agradable. Era a fines de marzo”.
“Luego de cenar partimos hacia el apostadero, caminando en silencio para no estar a las posibles presas que hubiera en la zona. No había transcurrido una hora que aún estábamos de pie intentando acomodarnos cuando vemos que sobre el monte, a baja altura, se desplazaba un objeto luminoso de forma oval”.
Cabe destacar que en esa zona, el monte es muy tupido y por aquel entonces en la región no había energía eléctrica, por lo que se preguntaban qué sería el objeto, luego de descartar la presencia de un avión.
“Uno de los muchachos le hizo señas de luz con el reflector y el plato volador se nos vino encima en segundos!!!” y reconoce que todos se quedaron paralizados por la sorpresa. “Quedó todo blanco!!! Se veían los detalles de la vegetación, de la ropa, de las armas que llevábamos, era una claridad increíble!!!”
A esta altura el testigo reconoció que en cuanto pudo reaccionar, se escondió detrás de un caldén pero la iluminación era tal que era imposible pasar desapercibido. No recuerda cuánto estuvo el objeto suspendido cerca de ellos “tal vez fueron dos o tres minutos que para nosotros fue una eternidad. No sabíamos qué hacer” afirmó.
Al cabo de ese tiempo, el “plato volador” comenzó a alejarse hacia el oeste y uno de los amigos le apuntó con el fusil. Sus amigos no alcanzaron a persuadirlo que no se le ocurriera disparar cuando escucharon la detonación. “El objeto volvió sobre nosotros al instante y se mantuvo otra vez por unos instantes y luego salió despedido hacia el espacio a una velocidad increíble. ¡¡¡En segundos no lo vimos mas!!!”
Obviamente, la jornada de cacería se canceló en ese momento. Todos decidieron abandonar por esa jornada y alguno s de ellos, entre los que se encuentra el testigo que relató la experiencia, jamás volvió a intentar cazar.


22.8.14

LA “ENERGÍA” DE LA HUELLA


La búsqueda de una respuesta al tema que en lo personal me a
pasiona, me permite relacionarme permanentemente con gente que ha tenido extrañas experiencias, las que a su vez me refieren relatos de otros amigos que enriquecen la casuística regional.
Las zonas calientes siguen siendo protagonistas de los relatos clásicos y el hecho de ser un referente del tema en la región, facilita el contacto espontáneo de los protagonistas de las historias que de primera mano relatan las vivencias inexplicables que en algunos casos, han llegado a afectarlos de manera significativa a nivel psicológico, pero se ha comprobado también que altera elementos mecánicos y electrónicos precisos, lo que constituye un interesante aporte a la investigación.
En ese marco, la experiencia vivida por cazadores en la mítica ruta 10 no se limita a la observación de huellas. Una de ellas según el relato de los lugareños apareció en el terreno luego que descendiera allí un “plato volador” hace unos 10 años. La huella que tiene aproximadamente unos 8 metros de diámetro fue observada siempre con respeto, se mantuvo inalterable todo ese tiempo pero… hace unos tres meses un curioso visitante se situó en el centro de la marca e intentó tomar una fotografía con su teléfono celular. La sorpresa fue que automáticamente comprobó que la batería se agotó prácticamente en forma instantánea.
Sorprendido por el detalle, intentó encender una linterna que portaba pero, tampoco funcionaba. Cuando salió del círculo, intentó prender el teléfono pero su batería agotada lo impidió, no así la linterna que desde el exterior de la huella funcionaba a la perfección. La inquietud ganó al testigo que comunicó el hecho a su acompañante y prefirió alejarse del lugar.
De la experiencia se desprenden varias puntas de investigación: Una de ellas que evidentemente dentro del círculo dejado por el plato volador, hay una energía desconocida que provoca la reacción de los componentes de los objetos que se manipulan en su interior. La composición de la batería de un teléfono se agota misteriosamente y no vuelve a funcionar, mientras que las pilas de la linterna reaccionan fuera de la huella. Pero el detalle mas interesante es el hecho que la huella tiene una antigüedad de una década y aún provoca esas reacciones, lo que se constituye en el objeto de la investigación de campo que en el corto plazo realizaremos en una amplia región.
¿La “energía” del interior de la huella tiene relación con la influencia de los OVNI sobre los motores de los vehículos en que se trasladaban protagonistas de las extrañas historias que han sostenido que “cuando apareció el plato volador” se detuvo la marcha y se apagaron las luces y que todo volvió a la normalidad cuando el misterioso visitante desapareció?
Es el desafío y nuestro compromiso como investigadores, por lo que en el mes de septiembre podremos brindar un informe detallado del resultado de nuestro trabajo.


18.8.14

SERES DESCONOCIDOS Y HUELLAS EXTRAÑAS EN EL MONTE

Extrañas huellas de un pie no convencional con cuatro dedos, con un talón ancho y redondeado en el que se advierte el peso de su portador, se hallaron en las inmediaciones del apostadero en el que un cazador fue sorprendido por la presencia de cuatro o cinco criaturas de características desconocidas, que según su estimación, no superarían 1,5 metros de estatura.
“A pesar de advertir sus movimientos torpes y su estado de nerviosismo, las extrañas figuras no emitían sonido alguno” expresó Alberto, nuestro testigo, pero tampoco exhalaban “el clásico olor que distingue a los animales silvestres de la región como el ciervo colorado, el chancho jabalí” o alguna otra presa mas pequeña, fáciles de distinguir precisamente por el clásico olor que los precede.
Las huellas encontradas eran tan solo tres, por lo que el cazador interpretó que hasta las podrían haber borrado. La experiencia que se repitió por cuarta vez en tres meses en la misma zona, comenzó en el silencio cuando el manto de oscuridad cubría la noche pampeana. El grito de los teros advirtió que algo se aproximaba, porque lo mismo ocurrió en las anteriores oportunidades. La rara sensación de sentirse observado generó la inquietud a pesar de contar con un arsenal en su poder en caso de ser necesaria una defensa.
El temor a lo desconocido, seguramente fueron la causa del stress que padeció el solitario cazador. Nervios, angustia y los sentidos atentos sirvieron para describir los movimientos de los extraños seres a los que no podía, ni quería ver. Pero lo más aterrador fue la descripción de un sonido similar a un potente y grave  gruñido que le daba la sensación provenía de un ser que estaba atacando y deglutiendo a otro. No se trataba de los sonidos clásicos de la fauna de la noche pampeana.
Los movimientos que advertía alrededor de su estancia eran torpes y le daba la sensación que los seres eran de considerable peso, porque cuando en ocasiones rozaban los postes que sostienen el apostadero, generaban una vibración que le permitían hacer esa apreciación.
Él permaneció aterrado en el interior de la casilla-apostadero, conteniendo la respiración ante algo que consideró sobrenatural o desconocido. Estimó que la experiencia duró unos 15 minutos hasta que los seres desaparecieron. Tuvo que esperar hasta el amanecer para bajar de su escondite. Esa noche no hubo caza, ninguna presa bajó a la aguada natural y la rara sensación de haber vivido una extraña experiencia, se traducía en la inquietud y el persistente dolor de cabeza.
Con los primeros rayos de sol observó el paisaje y los alrededores de su escondite donde halló tres huellas extrañas, que no responden a ningún parámetro conocido: un pie de unos 12 centímetros de largo, con cuatro dedos iguales y la señal de un talón que se hundía más que el resto de la huella. Lo extraño era que había  tan sólo tres huellas, lo que no coincidía con los rumores y sonidos que escuchó durante la madrugada, que le permitieron suponer que “los bichos” eran cuatro o cinco.
Antes de retornar, observó el panorama y advirtió que hay muchos caldenes secos en los alrededores, pero el detalle más inquietante es que también advirtió que en los últimos tres meses, faltan muchos de esos árboles secos, sin que en el lugar se observen huellas de gente que hubiera trabajado para retirarlos de ahí. La incertidumbre y la inquietud ganaron al solitario cazador que decidió alejarse lo más pronto posible de la zona.

Ahora el desafío está planteado, antes de la próxima luna llena, nos apostaremos en la región en procura de observar los desplazamientos de las extrañas criaturas con la esperanza de poder captar alguna imagen a partir de la que se pueda empezar a trabajar en una hipótesis que sirva para demostrar su presencia en una amplia región, basada en la cantidad de relatos que se suceden desde hace años. Desde el Centro de Estudios UFO responderemos al desafío y en los próximos días nos estableceremos en la región para hacer lo que mas nos gusta: la investigación de campo y al menos poder constatar con pruebas físicas la presencia de los seres o sus extrañas huellas.

ILUSTRACIONES: El primer dibujo se obtuvo del primer relato de Alberto, quien se encargó de hacer notar las correcciones necesarias que permitieron elaborar el segundo dibujo, en el que se aprecian los dedos mas largos y el detalle de un talón redondeado y con mayor peso en esa zona.

16.8.14

EL MISTERIO DE LA RUTA 10 (3)


Continuando con la ambientación de las historias de la misteriosa Ruta 10, rescato otro impactante relato, esta vez ilustrado con un dibujo que responde a la descripción del testigo. Vale la pena rescatar estos archivos del Centro de Estudios UFO, porque sin dudas muestran una realidad insoslayable de una región considerada “caliente” por los investigadores, que nos plantea un sinnúmero de preguntas sobre las que trabajamos para poder entender un fenómeno que “está ahí”.


“Nunca vi un animal así. Lo miré durante 15 minutos con la mira telescópica y al final me decidí y le disparé”, aseguró el testigo que vivió una extraña experiencia en medio del misterioso monte de La Pampa.
El hecho sucedió a mediados de septiembre de 2008, cuando el testigo _del que por expreso pedido reservamos la identidad_ se instaló en un cómodo apostadero a la espera de “un chancho jabalí o un ciervo”. La noche estaba clara alumbrada por una luna espectacular que por momentos da la sensación que tiende un manto celeste sobre el monte. “Fui a eso de las 10 de la noche y el “bicho” apareció cerca de la media noche”.
El testigo afirmó “no lo escuché llegar, me dio la sensación que venía flotanto… y se detuvo en la aguada”.
Aseguró que “no tomó agua en ningún momento” y que sólo permanecía mirando atentamente hacia la vivienda. Advirtió que el caballo “nochero” relinchaba nervioso en las inmediaciones como anunciando la presencia de algo extraño, mientras a la distancia se escuchaban los ladridos insistentes de los perros de la estancia.
“Siempre lo vi de perfil”, aseguró el testigo que describió al ser de la siguiente manera: se mantenía erguido sobre sus cuatro patas y el cogote era de color blanco. No hay ningún animal así por la zona, pero lo mas extraño fue que tenía prominencias en la cabeza, me daba la sensación que eran orejas del mismo color del cogote. El resto del cuerpo era oscuro. Lo miré con la mira telescópica y la cara parecía la de un “chivato”.
Al cabo de 15 minutos de observación, se decidió a tirar y cuando lo hizo, escuchó un extraño bramido y chillidos. 
A esta altura cabe destacar que el arma con que disparó el testigo es un fusil calibre 30.06 de alto poder y le apuntó como todos los cazadores “a la paleta”. Aseguró que el ser dio un brinco y avanzó unos metros para luego salir a los saltos “como un canguro” y lo perdió de vista detrás de un grueso caldén. Descendió del apostadero y se acercó al árbol con cierta desconfianza pero no lo vio, por lo que decidió volver a la vivienda donde se acostó hasta el otro día, en que comentó el episodio al encargado.
Una rápida recorrida por la mañana sólo dio con una única pista: un pequeño montículo de sangre coagulada, pero no más rastros.
Otros cazadores expresaron que con semejante disparo, un ciervo puedo caminar o correr 200 o 300 metros a lo sumo. Una batida por los montes de los alrededores no arrojó resultados por lo que el episodio quedó sumido en un hondo misterio y en la esperanza de hallar al extraño ser durante algunas de las recorridas posteriores, cosa que con el paso de los años, no han arrojado resultados.
En este mismo lugar, al día siguiente, un cazador observó la presencia de dos extraños seres con “ojos rojos” que se acercaron al apostadero y emitían un extraño sonido que comparó al gemido de un perro. Pero definitivamente lo que más lo alteró fue sus grandes “ojos rojos”.
Sin dudas el oeste pampeano representa un gran misterio no sólo para los investigadores que tenemos la posibilidad de recorrerlo, sino también para los lugareños que por lo bajo rescatan historias increíbles sobre la presencia de extraños seres, naves que surcan el cielo sin el mínimo sonido en forma solitaria o en numerosas escuadras y la aparición de inexplicables huellas de distintas dimensiones en los lugares que se supone se detienen “los platos voladores”.