Investigadores que permanecen arrodillados a la espera de una “migaja” de información que, caprichosamente deja caer el pentágono o la nasa, hablan del sometimiento de algunos que de investigadores, evidentemente tienen muy poco.
La verdadera tarea de campo se hace a partir de un método
propio que se adapta a la realidad regional y geográfica, sin descuidar la idiosincrasia
de los testigos.
Por estos días, hemos observado a cientos de “investigadores”
alineados, ansiosos por conocer “la revelación” que a nivel oficial se entregaría
al congreso de los Estados Unidos y con esa maniobra, se arrodillan cual súbditos
a la espera de directivas que no aportan absolutamente a la verdad.
Ahora o son Ovni/Ufo, sino UAP. ¿En qué cambia eso la
investigación? En nada. No aclara, sólo oscurece. Mientras tanto, el fenómeno
sigue manifestándose dónde, cómo y cuándo quiere. No hay gendarme que pueda
detener ni explicar su presencia.
Y los que estuvimos desde la primera hora, con limitaciones
pero con coherencia y convicción, seguimos con lo que hemos hecho siempre, sin
preocuparnos por la nueva pretendida denominación. No jodan, para nosotros y
para la gente del campo seguirán siendo “platos voladores” y los seguiremos
estudiando si atarnos a “esquemas” dibujados en un escritorio.
Esa es la diferencia entre quienes nos desplazamos por
todos los terrenos e busca de respuestas y los que espera cómodamente sentados
detrás de un escritorio… lejos de la realidad.