NOTA I
Vale la pena recorrer apuntes de viejas investigaciones,
porque el paso del tiempo no sólo no ha dado respuestas sino demuestra que el
fenómeno de las mutilaciones de animales es sumamente complejo y está más allá
de especulaciones científicas. En ese ámbito evitan abordar el tema por temor a
limitaciones propias. De eso se desprende que la ciencia aún no ha resuelto
todos los misterios y así como en el aspecto religioso, tampoco se atreve a
decir abiertamente que de acuerdo a sus parámetos, “Dios no existe”.
La opinión pública de todo el país se conmovió hace 19
años, en abril de 2002 por una serie de sucesos que no tenían explicación:
cientos de animales aparecían muertos con extrañas mutilaciones. Oficialmente
no hubo respuesta hasta que el SENASA acusó al “ratón hocicudo rojizo”, una
especie inexistente en la mayoría de las zonas donde se centraron estos
episodios, que de haber sido real, hubiera dispuesto una campaña de control
sobre ese flagelo.
Así comenzó el trabajo de campo del Centro de Estudios
UFO en el norte de la Patagonia y en tal sentido, fue sorprendente la cantidad
de testimonios que hablaban de extrañas luces en las zonas en que se desplazaban
en las zonas donde se produjeron estos sucesos.
La noticia fue reflejada en medios nacionales e
internacionales pero aquí, vale hacer un párrafo aparte para el dispar
tratamiento que brindaron al tema. Los medios sensacionalistas, se abocaron a
ridiculizar la mayoría de los testimonios sin objetividad ni aportar la más
mínima pista en la investigación, en lo que podría interpretarse como un
intento de confundir a la opinión pública.
Obviamente, esas conjeturas fueron hechas desde cómodos
escritorios y lejos de la realidad que vive la gente del interior del país, que
conoce sobremanera su geografía. Los que en definitiva quedaron como ridículos
fueron precisamente esos medios amarillistas, porque la gente del interior,
lejos de preocuparse por el sensacionalismo y demostrando su indiferencia al
protagonismo, colaboró con los investigadores en forma activa.
Pero, más allá de las interpretaciones que unos u otros
realizaran, el tema central era que los animales continuaban apareciendo
muertos y en cantidades que comenzaron a preocupar a los productores. Ya nada
podía desviar la atención de la gente común, de los testigos y protagonistas de
los cientos de historias que se produjeron en toda la geografía provincial. No
había antecedentes fuertes en todo el país de este tema, a excepción de un caso
producido en la provincia de La Pampa en la zona de Utracán en el año
1974.