(by Quique Mario – CENTRO DE ESTUDIOS UFO)
Como repercusión de la publicación de la 1ra. nota que alude a la presencia OSNI (Objeto Submarino No Identificado) en los mares argentinos, fuentes confiables no sólo del sur del país sino también del exterior, reconocieron la precisión de los datos publicados por el CEUFO pero sumaron datos significativos.
En
ese marco, destacaron que ningún medio de comunicación tradicional del país
abordó el tema lo que supone una orden especial de “no hablar de ciertas cosas”,
mientras que agencias de noticias del exterior hicieron referencia y pusieron
la lupa en la región. También es real que no hubo ningún reclamo diplomático por
parte de Inglaterra, lo que permite evaluar la presencia de algún grupo privado
que realizó el auxilio al pesquero argentino, que además resultó testigo del
incidente y contaría con una visión privilegiada y registro en imágenes el episodio.
Al
margen de toda especulación y continuando con el relato de la apasionante
historia de un buque argentino con “algo” sumergido, nuestro interlocutor
afirmó que en medio de la confusión “las luces del pesquero se prendieron.
Parece que “el inglés” (que a ciencia cierta, dudamos haya sido inglés) junto
con el oficial de máquinas, habían logrado reparar el desperfecto eléctrico”.
El capitán ordenó poner marcha completa y la hélice golpeó contra algo
metálico que estaba abajo del pesquero y chirrió a medida que avanzaba a motor
pleno por varios segundos, “el hombre calcula que la hélice estuvo golpeando
metal por al menos 60 metros!! y que lo que estaba abajo del pesquero era mucho
más grande”.
A medida que se alejaban, el capitán
le preguntó al “inglés” si no quería que dieran con rumbo para Malvinas que
estaba más cerca, al menos si naufragaban estaban cerca de tierra. Este preguntó
por handy y desde el helicóptero le respondieron que no, que sigan a toda
velocidad que el objeto sumergido iba detrás de ellos. El pesquero estaba a
unos 400 km de Punta Loyola, el puerto más cercano en el continente.
Durante una hora, el helicóptero los
siguió desde altura iluminando el mar e informando que el objeto seguía detrás
del barco y 20 horas después, el pesquero estuvo con rumbo de proa directamente
hacia Punta Loyola, con problemas de comunicación, sondeo y radar. Después se
dieron cuenta que el segundo golpe había volado la antena de radio, del radar y
la torre de cableado del sondeo, cosa normal en un pesquero que no es nuevo y
cuyas partes más expuestas se oxidan más rápido.
La única comunicación que tenían era
un teléfono satelital que varias veces falló al comunicarse con emergencias
navales y para ubicarse, disponían de un GPS que en la ubicación en 51°24' Sur
y 66°45' Oeste, alrededor de la media tarde siguiente, la hélice volvió a
golpear contra algo metálico mientras iban solos en medio del mar. Recordó que
“el inglés” les recomendó tirar todo el peso por la borda, jaulas, carga, todo,
cosa que hicieron y él mismo se fue a la popa del barco y descargó contra el
mar todas las municiones de la pistola que llevaba, algo que suena ridículo
pero ante la situación de algo que los seguía era una medida desesperada.
En tanto el capitán ordenó prender 2
tambores con trapos, sillas y otros combustibles en cubierta para hacer humo
con la esperanza que los viera algún barco o aeronave y les llegara rescate,
cosa que no ocurrió.
El testigo enfatizó que “ya casi de
noche ese mismo día en que llegó a puerto, en 51°28' Sur y 68°04' Oeste vieron
como el mar se levantaba a unos 300 metros del pesquero por algo que se movía
por debajo y que dio toda una vuelta por estribor hacia popa para después dejar
al mar tranquilo de nuevo. Pensaron que en ese momento se hundían pero después
de eso, no tuvieron ningún otro incidente y el teléfono satelital comenzó a
funcionar bien.
Pudieron avisar a un conocido del
capitán en puerto San Julián para que los asista la gente de Punta Loyola donde
iban a llegar a las horas. Aseguró que “los ingleses” les pidieron “confidencialidad”
por la situación y les contaron que no era el primer encuentro de esa clase que
ellos conocían en la zona, pero que nunca los habían creído y jamás habían
escuchado de uno tan violento y de tantas horas. Mucho menos que el objeto
persiguiera de alguna forma al pesquero.
Los dos “ingleses” fueron trasladados
con el herido en ambulancia a Río Gallegos y de allí no se supo más de ninguno
de los 3. Después me enteré que el capitán había hecho una revisión por buceo
del pesquero en el muelle de Punta Loyola y parece que descubrió que la hélice
tenía los filos de las palas todos doblados y el timón principal estaba
arrancado, pero que el soporte de los timones laterales, así como los timones
mismos estaban en buen estado. Para evitarse todo el papeleo burocrático y evitar
que le retengan la nave, decidió soltar amarras e ir por costa a reparar el
daño al norte.
Sin dudas el episodio es apasionante
y por supuesto continuará en una próxima entrega, en la que intentaremos avanzar
en la comprensión y analizar por qué en supuestos ámbitos oficiales se decide
mantener “el silencio”, cuando está demostrado que es imposible “tapar el sol
con las manos”... la verdad emergerá inexorablemente.