La desaparición de un efectivo policial de la ciudad de General Pico, provincia de .La Pampa en extrañas circunstancias, motivó un gigantesco operativo de búsqueda del que participaron más de 150 efectivos, baqueanos, el ministro de Seguridad, el jefe de la institución policial, quienes ante la complejidad del caso, decidieron convocar al Centro de Estudios UFO, en la persona de quien suscribe.
El
protagonista relató al CEUFO su tremenda experiencia, con la conmoción propia
de quien sufrió un shock emocional impactante. La descripción de dos seres
surgidos del cañaveral, que en fracción de segundos estuvieron junto a él y de
los que describe con terror sus “ojos rojos”, grandes, almendrados, en los que
veía reflejado su rostro. No recuerda en qué momento desarmó completamente el
arma reglamentaria y esparció en el camino las municiones, ni cómo desarmó su
teléfono celular ni el Handy de comunicación. Lo que sí recuerda es que comenzó
a correr a grandes zancadas y “ellos venían flotando detrás de mí”. Las huellas
se veían claramente a pesar de la lluvia de la madrugada y lo más extraño
resultó que a luego de correr unos 1.400 metros, sus huellas desaparecen.
Su
relato afirma que estuvo “adentro de algo” suspendido en el espacio, porque “por
una ventanilla escuchaba el silbido de un hombre en el campo, como si llamara
los perros” pero también describió el terreno que coincide con las características
de una estancia de la zona.
El
efectivo desaparecido, Sergio Puchetta, tenía por aquel entonces 31 años e
integraba el cuerpo de efectivos que en moto recorrían zonas suburbanas y
caminos rurales en prevención del delito. Esa noche del 2 de marzo de 2006,
todo fue diferente. Poco después de las 22 hs. Puchetta llamó por teléfono a un
camarada que estaba de franco, quien advirtió su extraño comportamiento y
relato y confirmó su ubicación.
DETALLES
DEL CASO
DIA: 2 de marzo de 2006
HORA: 21,30 aproximadamente.
TIEMPO: noche cálida con tormenta aproximándose desde el NO.
DESCRIPCION DE LA ZONA: cruce de caminos vecinales. Características
comunes a las de cualquier zona, a excepción de un gran cañaveral sobre el
sector oeste. Como característica principal presenta una extensión
significativa de más de 300 metros de largo por un ancho variable entre
los 2 y 3 mts. Los caminos se hallaban transitables y en buen estado antes de
la lluvia que comenzó alrededor de la 1 de la madrugada.
UBICACIÓN: el lugar donde se desarrolló el episodio es parte de la zona rural
de la localidad de Dorila con dirección a Maisonave, hacia el este.
EL
PROTAGONISTA
Al
momento del suceso, Puchetta tenía 31 años. En buen estado físico. Se desempeña
en la sección Abigeato de la URII con asiento en General Pico. Casado.
Su esposa tenía un avanzado embarazo. Según testimonios recogidos en el lugar y
de sus compañeros, se trata de una persona normal, sin problemas familiares
visibles. Posee un comercio (cyber), no tendría apremios económicos notorios y
gozaba de un buen concepto de parte de sus superiores.
DETALLES A TENER EN CUENTA: El efectivo vio “algo” que lo obligó a desarrollar
el acto de desarmar la pistola, el handy y dejar caer el teléfono. El suceso
alienta una de las hipótesis barajadas de un principio. Bajo presión de
alcances desconocidos, el testigo realizó mecánicamente esos movimientos. De
acuerdo a su relato intentó alejarse del lugar porque “ellos lo seguían… me
siguieron toda la noche…” expresó en forma insistente.
LA BÚSQUEDA
Más
de 150 personas entre efectivos policiales, productores y empleados rurales,
baqueanos y colaboradores trabajaron toda la noche. Llegué alrededor de las 7
de la mañana al lugar cuando arreciaba la tormenta y en la cabina de una
camioneta sugerí al ministro de Seguridad y al jefe de Policía que mientras,
consiguieran un avión para cuando cese la lluvia, comience a volar en círculos
partiendo de ese lugar como referencia, en busca de pistas. Al mediodía, se
contó con la colaboración de un piloto de General Pico y comenzó a recorrer la
zona. Poco después del mediodía, la falta de resultados y el cansancio reinaban
en todos los grupos hasta que alrededor de las 15,30, la radio de los móviles
expresó que “había una persona sentada en un camino vecinal”.
APARECIO
Roberto
Ayala, jefe de la Regional policial de General Pico saltó a la camioneta y lo
seguí sin dudarlo. Recorrimos a alta velocidad por caminos con lagunas varios
kilómetros hasta que llegamos a la ruta Provincia 1 y giró a la izquierda en
dirección a Quemú Quemú en una zona que la policía identificó como “El
Triángulo”. Al momento de llegar al lugar, el productor permanecía en el medio
de la calle, alejado de PUCHETA que estaba sentado y en posición fetal sobre el
costado oeste del camino.
El comisario Ayala intentó la primera comunicación sin respuesta. Me acerqué a Puchetta desde su derecha y me arrodillé
para estar a su altura y observé que mantenía sus extremidades en una posición
llamativamente rígida, seguramente producto de un shock emocional considerable.
Le hablé para hacerlo reaccionar
diciendo que a su lado estaba el jefe de la Regional II y me
identifiqué diciendo que estaba para ayudarlo. Le sugerí relajarse mediante un
sencillo ejercicio de respiración, conduciéndolo con inspiración por nariz y
exhalación por la boca. Poco a poco Sergio Puchetta comenzó a distenderse y
pude revisar sus manos sin hallar anormalidades. Lo mismo ocurrió con su
cabeza, aunque no podía observar el rostro. Dijo que le ardía la vista.
Mantenía insistentemente cubierto su rostro.
EL
RELATO
Cuando
estiró sus extremidades inferiores comenzó a relatar entrecortadamente que “me
siguieron toda la noche” ante la pregunta “¿quiénes?” expresó que “eran dos…
tenían los ojos rojos…” Ante la pregunta sobre el aspecto de sus perseguidores
dijo que “parecían transparentes… y tenían los ojos rojos… con los ojos me
hacían doler la cabeza… me decían lo que tenía que hacer… me hicieron llamar
por teléfono… me dijeron que esta noche me vendrían a buscar…”
Interrogado sobre su arma reglamentaria desarmada expresó, “no sé”, términos
que repitió al requerirle sobre el handy y el celular. Insistió … ”me siguieron
toda la noche”.
DESAHOGO
Cuando
hubo relajado gran parte de su cuerpo, lo invité a levantarse y ayudándolo con
el comisario inspector AYALA se puso de pie y rompió en llanto junto a su
superior. Lo alenté a que lo hiciera para descargar la angustia que demostraba.
En todo momento se cubrió el rostro. Pidió volver a sentarse y con nuestra
ayuda lo hizo. Siempre cubrió el rostro con sus antebrazos. Lo invitamos a
levantar la cabeza con Ayala y lo hizo a medias pero sin abrir los ojos
Insistió con el relato “tenían los ojos rojos…” y que lo “vendrían a buscar a
la noche…”.
Su estado era propio de toda persona que sufrió un shock emocional muy fuerte.
Manifestó además que le ardían “los dedos” de las manos pero no presentaba
anormalidades visibles. Dijo además que le ardían los pies y con nuestra ayuda
se sacó borceguíes y medias. La planta de los pies presentaba el aspecto de
quien ha caminado mucho y con signos de tener ampollas a causa de la transpiración.
LLEGÓ
EMERGENCIAS
La médica
de guardia llegó en una ambulancia y se limitó a decirle que venían a ayudarlo
pero, con la firme decisión de trasladarlo directamente al hospital Centeno de
General Pico.
Lo ayudamos a subir a la camilla. Se puso de pie y siempre cubriendo su rostro
con los antebrazos se colocó boca abajo en la camilla.
Su arribo al hospital motivó la preparación de la sala de emergencias donde fue
ingresado. Tres enfermeras trabajaron acomodándolo en la camilla, mientras
observaban la doctora que lo trasladó el Dr. Covella y Dra. Lluch. Le ayudaron
a quitarse toda la ropa y Covella inició una revisación superficial que no
arrojó anormalidades. Lo consulté si le aplicaría algún tipo de sedante, a lo
que respondió negativamente, ya que PUCHETA manifestaba tener sueño y deseos de
dormir, dejando inconclusas algunas respuestas que le realizaba el médico
diciendo que quería dormir. Le hicieron análisis completos (sangre-orina) y permaneció
internado “en observación” por 24 horas.
REFLEXIÓN Y OJOS ROJOS
Llama la atención la cantidad de relatos que desde los últimos años de la
década del 90 comienzan a registrarse en la provincia, conteniendo esa
descripción: ojos rojos. Entiendo que estamos ante una tipología que si bien no
es desconocida, tiene cierto grado de agresión por la secuela que le causa al
testigo.
Sostengo esto, al trabajar comparativamente con otros casos como Platner
(agosto de 1983) o Castellano (año 1999), aunque hay otros como Sayago (abril
de 1980) en los que hubo una actitud hostil hacia el testigo, cuando fue tomado
de la cabeza por uno de los seres y relató haber sentido “un pinchazo” que le
produjo la pérdida del conocimiento.
Los “ojos rojos” fueron descriptos por un viajante cuando se produjo el caso en
que intervino el comisario David Gallego, comisaría de Telén a fines de la
década del 90.
Durante el período de mutilaciones de animales, hubo varios casos en los que
testigos aseguraron haber observado “algo” de lo que sólo pudieron describir
“sus ojos rojos”. Algunos los compararon, al momento de su descripción “como si
fueran dos brasas encendidas”.
El caso producido en diciembre en la zona rural de Parera, tiene como eje
central para el protagonista (un jovencito de 17 años) un extraño ser del que no
pudo describir su forma pero sí “los ojos rojos” que lo enceguecieron y lo
dejaron en el estado en que fue hallado. También en este caso el testigo, a
pesar de la experiencia, pudo llamar por su teléfono celular a un familiar para
que lo fuera a buscar.
Hay otro caso llamativo con cierto grado de agresión. Es el del productor rural
de Jacinto Arauz que mientras recorría un cuadro, fue sorprendido por un Ovni,
que visto desde abajo le dio la sensación que era “como un silo” del que
alcanzó a distinguir “tres patas” y que desde ese “aparato” salió un “rayo” que
le afectó dos dedos de su mano izquierda en la que portaba un teléfono celular,
que contrariamente a la natural ley de gravedad, en lugar de caer al piso,
ascendió hacia el aparato. Intervino la justicia de General Acha, la policía de
Jacinto Arauz. El teléfono nunca apareció.
EPILOGO
Sergio
Puchetta nunca pudo recuperar la normalidad de su vida. Se reintegró a la
fuerza pero estudios psicológicos oficiales recomendaron que no portara un
arma. Al cabo de varios años de prestar servicios en forma irregular, la
Jefatura de Policía decidió dar el Retiro, bajo circunstancias especiales por
su edad. Vive en un barrio de viviendas sociales en la ciudad de General Pico
junto a su familia.
Los
detalles del caso fueron requeridos por medios de comunicación de todo el
mundo. Aparecieron “especialistas” que a pesar de no haber hablado nunca con el
testigo, relatan el caso como si hubieran estado en el lugar, pero sin la ética
de mencionar que fue el primer caso en Argentina y posiblemente en
Latinoamérica, en que el investigador de campo pudo entrevistar al protagonista,
antes que los servicios de salud y la prensa. Ese honor, es sólo posible cuando
se trabaja seriamente y no es reconocido por mediocres que pululan adueñándose
de la información de las redes.