El estudio de este tema, es por demás complejo y de no ser así, no sería
una anomalía. La búsqueda de respuesta a las alteraciones temporales sufridas
por pobladores que con frecuencia recorren la ruta Nacional 5 en el tramo entre
las localidades de Lonquimay y Uriburu o en la ruta Nacional 35 en
inmediaciones de las localidades de Jacinto Arauz y Unanue, nos llevaron a
realizar una serie de consultas y con sorpresa recibimos el informe que uno de
nuestros asiduos colaboradores, Javier Sofía, envió en relación al tema y que
fueron publicadas en post anteriores.
El rastreo de información también nos llevó a un evento que prácticamente
no tuvo difusión en la región, que en los primeros años del 2000 involucró a un
avión que sufrió
una experiencia desconocida cuando sobrevolaba la región ubicada sobre la
ruta Nacional 5, en la provincia de La Pampa, en el norte de la Patagonia.
Según el relato que testigos siguieron mediante comunicación radial, los dos pilotos,
únicos ocupantes de la nave, desesperados confirmaban que los controles no
respondían, que descendían en caída libre pero que advertían que además la nave
se deformaba incomprensiblemente. Los gritos desesperados de la tripulación
conmovieron a la torre de control del aeropuerto de la ciudad de Santa Rosa,
desde donde los orientaban para estabilizar el vuelo.
Según sus palabras, una fuerza misteriosa sacudía la nave como si de un
trozo de papel se tratara. Cuando los pilotos imaginaban el peor final, la nave
se estabilizó y pudieron dirigirla hacia la capital pampeana, donde un equipo
los esperaba para auxiliarlos. La nave descendió normalmente y los pilotos
descendieron presas de una crisis nerviosa. Los testigos que ocasionalmente
estaban en el lugar no comprendían qué había ocurrido con el avión, que
presentaba sectores que habían sido “arrugados” incomprensiblemente y dejado en
un estado tal que, pocos se explicaban cómo pudo aterrizar.
El avión fue cargado en otro de mayor porte y ya no se lo vio más en la
región, aunque los conocedores del tema descartaban que “eso” pudiera volver a
volar.
El episodio, no pudimos dejar de relacionarlo con las anomalías, ya que
todo se produce en una misma región. En ese marco de la investigación,
recibimos el aporte singular de nuestro inefable colaborador del sur del país
que rescata un episodio producido en esa región patagónica, que tiene ribetes
por demás extraordinarios y nos permiten poner en consideración la existencia
de este tipo de anomalías en distintas regiones del país, las que no han sido
estudiadas en profundidad, vaya a saber por qué designios, pero como inquietos
investigadores que somos, al menos rescatamos los hechos para la consideración
de nuestros lectores.
En relación al tema, Javier Sofía expresó “el tema del arrugado del metal
no es raro en Anomalías Severas. Existió un caso en EE.UU. de un vehículo que
iba por la carretera y de repente algo invisible lo chocó del lado del
conductor, el tema está publicado en los sitios de archivos de "otros
fenómenos" en el acceso a Mufon, donde se ven las imágenes de la chapa del
auto “arrugada” ,justamente, pero no tiene un solo rayón y la pintura está
perfecta”.
En su informe detalla algunos aspectos de experiencias similares producidas
en Argentina de varios registros de sucesos similares donde están involucrados
elementos metálicos y especifica que “cuando se construían las líneas de
Yaciretá se había hecho el tendido completo de los conductores, pero los mismos
luego fueron retirados y reemplazados por unos nuevos. La razón que se conoció
públicamente fue que los conductores provistos por la fábrica tenían fallas y
en su constitución tenían cortes -fallas- internas físicas (quién los instaló
tuvo que venirse a vivir a Patagonia por la cantidad de amenazas recibidas a él
y su familia. Pero además existían tramos de la línea (aún no puesta en marcha)
que tenían los hilos de los conductores fundidos unos con otros por acción
eléctrica, lo cual fue inexplicable debido a que nunca fueron puestos en
servicio”.
Sin embargo, el ejemplo más impactante que rescata nuestro colaborador es
el caso registrado en la Ruta 3, 30 km hacia el norte de Río Gallegos, donde
hay una bajada peligrosa en invierno, en ella suelen producirse accidentes de
camiones con el congelamiento de la ruta.
Dentro de todos ellos se destaca uno ocurrido en el verano de 1.997 en el
cual volcó un camión que transportaba latas de gaseosa y cervezas de vidrio con
tapa metálica. El camión era conducido por Augusto Fuenzalida, un camionero con
25 años de experiencia y conocedor de las rutas.
Una familia que venía de la localidad de Piedra Buena encontró el camión
volcado sobre la banquina, el chofer no estaba, pero 1 kilómetro más adelante en
dirección a Río Gallegos y a la altura del antiguo puente de Güer Aike, la
familia se encontró con un hombre corriendo con desesperación con dirección al
destacamento policial. Era el chofer quien aparecía presa del pánico y no hizo
caso a la familia,por lo que esta decidió reportar el tema en el destacamento y
la policía fue en busca del chofer, quien hablaba incoherencias y aseguraba que
“luces” lo perseguían, y que “esas luces” le habían volcado el camión y que se
lo querían llevar. El tema terminó como un accidente más en ese peligroso
sector de la ruta, pero lo raro es que al día siguiente recolectaron toda la
carga del camión con topadora y se llevaron al camión hacia el Norte.
Parte del techo del camión estaba arrugado como papel celofán pero la
pintura estaba intacta, de la misma forma la mayoría de las latas de gaseosa
estaban aplastadas como puestas en un pisapapeles y la mayoría de las botellas
estaban rotas en el pico pero con la singularidad de que sus tapas se habían
reducido de tamaño aplastando el vidrio.
El chofer, hoy de edad cercana a los 70 años trabaja como sereno rural en
Chile”.
Otro extraño episodio relacionado con “anomalías” se observó “en la ruta de
Río Gallegos a El Calafate, en la meseta, a unos 100 kilómetros de esta era
habitualmente usada para hacer tiro al blanco con la cartelería caminera, algo
ilegal, pero común. Pero durante el año 2000 la misma comenzó a presentar daños
por deformación en una zona muy específica. Los carteles se apreciaban doblados
en forma arrugada, todavía unidos a los postes de sujeción de madera y en
algunos casos los mismos estaban chamuscados”.
Finalmente, en Bariloche, “en fechas cercanas al Evento Polanco, en el año
1995, se presentaron Anomalías Severas en un embarcadero en la margen opuesta
del lago. Allí un bote metálico apareció totalmente arrugado como si un gran
peso se hubiera puesto encima de él y a 50 metros de la costa en una noche
de tormenta, lo curioso es que la pintura del bote no tenía daños y las partes
metálicas que no eran de aluminio, estaban magnetizadas. El bote fue vendido y
enviado en un container a la Capital Federal”.
Estos son tan sólo algunos eventos. Hay decenas de
casos similares producidos en distintas regiones de la Patagonia. Mientras
tanto… los OVNI siguen “ahí”
Un agradecimiento especial a Laura Dechecchi por cedernos para publicar una foto de su autoría.