23.4.10

OVNI La verdad no es de nadie


La presencia del fenómeno OVNI es de por sí un fenómeno desconocido que desvela a muchos, a otros no les interesa y a una importante franja le resulta indiferente. En ese marco, cabe reconocer que hay regiones en las que se manifiesta en forma contundente cualquier día del año y en otros lugares, es prácticamente desconocido.
El hombre, (como siempre el hombre) intenta ser protagonista quitando del eje central al tema para erigirse en el centro de la escena descalificando o ensalzando el fenómeno. Y ambas posturas son nocivas no sólo para su comprensión sino también para los desprevenidos lectores que en alguna oportunidad acceden a algún artículo y mal forman su opinión según quien sea su autor.
El OVNI no es una cuestión de fe, de creer o no creer, sino de analizar fríamente su origen e intentar comprender el por qué de su manifestación en la Tierra.
Para comprender el fenómeno hay que intentar conocerlo de cerca. Con testimonios genuinos, recogidos en los lugares donde se produjeron y no analizando a miles de kilómetros de distancia.
Se plantea aquí una nueva antinomia e interpretación por parte de investigadores de campo e investigadores de escritorio.
Hay supuestos investigadores “ilustrados” y auto etiquetados como “escépticos” que desde el sillón de un escritorio califican y descalifican casos ocurridos en cualquier lugar del mundo, sin siquiera conocer la idiosincrasia de la gente a la que se refieren.
A lo largo de 30 años de experiencia en la investigación de campo, también he recurrido a la lectura de muchos “informes” e interpretaciones hechas por “ilustres”, que denotan un total desconocimiento de la realidad de la zona a la que se refieren, por ejemplo el clima y lejos están de pasar frío o calor en el escenario donde se produjo.
En una oportunidad, me encontraba en medio de una encuesta al testigo de un sonado caso cuando un llamado telefónico de un “investigador de escritorio” intentaba obtener detalles para ofrecerlos poco después como “primicia” a los grandes medios de difusión.
La diferencia aquí radica en que el investigador de campo se involucra por el estado de él o los protagonistas de un episodio relacionado con el fenómeno, con el soporte técnico de científicos cotejando los datos con casos anteriores y con inter consulta permanente con especialistas de las distintas ramas de la ciencia a fin de dar una explicación a lo ocurrido.
Es fundamental la humildad de los investigadores a la hora de enfrentarse con un caso, y esa postura deben asumirla especialmente los “ilustres” que califican y descalifican y desde la soberbia pretenden “hablar” de cosas que jamás vieron, que suceden a cientos o miles de km. de distancia y que no encajan en su lógica pretendidamente cientificista.
A esta altura, este tipo de sujetos pasan a formar parte de la constelación de “opinadores” que pretenden generar un mito con un tema que en muchos lugares distantes es un fenómeno considerado natural por su inusitada frecuencia.
Mientras las corrientes (compuestas por hombres) se debaten entre ser o no ser, creer o no creer, el fenómeno se sigue manifestando en algunas regiones más que en otras y tampoco hay para eso una respuesta.
Tal vez sea hora de que los hombres dejemos de creernos el centro del Universo y humildemente comprendamos que nuestros conceptos son limitados, que es posible que en otro lugar, distante o no, pueda existir una o cientos de civilizaciones que se preguntan lo mismo que nosotros.
Oscar A. MARIO
CEUFO