La investigación OVNI es tan compleja como amplia la
presencia de entidades no humanas en la historia del hombre. La experiencia de
los años me permite evaluar y hacer ciertas afirmaciones que obviamente no caen
bien en ámbitos científicos cerrados, ni si quiera en los que aparentan ser
“abiertos”, pero que en definitiva consideran como fundamentales los argumentos
científicos para admitir o descalificar un caso o testigo.
El interés inicial de cualquier buscador de respuestas y
verdades comienza con la lectura de información acerca de la construcción de
grandes templos en tiempos en que la tecnología aparentemente era limitada y se
especula de la participación activa de una raza superior de visitantes que
además, le dieron un significado a semejantes estructuras, realizadas en lugares
imposibles.
A ciencia cierta, ignoro si algún grupo de ingenieros,
arquitectos y especialistas de grandes obras, se pusieron alguna vez a realizar
una evaluación de posibilidades de tales construcciones en la actualidad,
aunque como eso seguro llevaría horas de estudio, no sé si alguien dispondría
un presupuesto a tal fin. En definitiva, ese es tan sólo un factor de lo que
denomino la búsqueda.
Lo que siempre alarmó a la ciencia ortodoxa fue que
hubiera otras civilizaciones que resolvieran con efectividad cuestiones físicas
que aún hoy desvelan sus estudios. Por eso el argumento primero, el más simple
es el de la negación absoluta: “si la ciencia no lo admite… es imposible”.
Más allá de esa postura soberbia, el fenómeno recorre el
mundo “a piaccere” y varios protagonistas de encuentros del Tipo III aseguran
que los “visitantes” admitieron que “casos como el de Uds. hay miles en toda la
Tierra”. De esto se desprende que no estamos ante casos aislados en
determinadas regiones, sino que según la expresión de los extraños, se repiten
desde tiempos inmemoriales.
Mientras tanto, los gobiernos de las principales
potencias saben que están ante algo que no pueden admitir públicamente pero que
“está ahí”. Mientras algunos lo estudian con bajo perfil, otros intentan
denostar el trabajo realizado por los investigadores de campo diseminados por
el mundo y especulan con el manejo de grandes presupuestos del que tironean
para capitalizar toda la información posible, ganar una cuota de poder,
obviamente en su manejo.
Es tanta la soberbia de las definiciones que a fines de
2021 se pretendió “centralizar” no sólo la información, sino cambiar la
denominación del fenómeno que concretamente en Argentina y gran parte del mundo
son los “platos Voladores, Ovni o Ufos… nada más ni nada menos y no se aceptan
“directivas” de ningún tipo, porque el fenómeno no tiene dueño y convive con la
gente común de distintas latitudes, sin importar los intereses políticos ni
económicos.
En ese marco, me llamó poderosamente la atención la
reacción y especulaciones que la mención de 2024 como “año bisagra” dentro de
la investigación OVNI en todo el mundo, se convirtiera en el punto de partida
de “mentalistas” o “especialistas” que consideraron a 2024 como el señalado
para un supuesto contacto.
Aclaré desde el principio que lo mío no era una
“premonición”, ni una especulación y también dejo por sentado que no tengo
contacto con ninguna de las personas que realizaron esas afirmaciones, ni
siquiera me interesa que se convierta en una “competencia” para ver quién lo
dijo primero. Lejos estoy de declaraciones altisonantes para ganar “likes”.
También aclaré que en ningún momento aseguré que sería en determinado mes del
año, sino concretamente 2024.
A esta altura aclaro que con la introducción y el
desarrollo de la crónica, todo parece una contradicción porque si efectivamente
han habido miles (tal vez millones) de contactos, significa que “el contacto
existe” y se dio de la manera que los visitantes quisieron. No necesitaron el
permiso de nadie y lejos estuvieron de preocuparse por lo que de ello pensaría
la ciencia terrestre.
QUIQUE
MARIO
CENTRO DE ESTUDIOS UFO PATAGONIA