Breve relación de acontecimientos y cuestionamientos sobre su incidencia en el Hombre.
Por Javier Walter Sofía
Hagamos un ejercicio para asumir la dimensión de lo que aquí se expone: encendamos un fósforo y por un momento detengamos el resplandor de esa primer combustión violenta en nuestra mente; allí la cabeza del fósforo ya renegrida es nuestra Tierra, la combustión y esa primer llamarada a su alrededor es el cinturón de Van Allen... y nosotros somos pequeñísimas puntas de alfiler sobre la superficie del fósforo.
¿Lo tienen?, bien, en el año 2000, y después de un tortuoso camino de estudio de antecedentes y cálculos, publicaba en un par de medios lo que llamé "Anomalía del Atlántico Sur - Postulado Teórico sobre los Toroides Geomagnéticos".
Hasta ese momento y en realidad hasta hace pocos días, la concepción de los Cinturones de Van Allen incluían solo dos de ellos, uno interior y el otro exterior y ambos ubicados desde los 1000 km de la superficie terrestre hasta los 20000 km.
Planteaba en mi trabajo que la influencia de los campos electromagéticos terrestres debian extenderse mucho más hacia abajo, hacia la Tierra (y no solo en las áreas de anomalías) y mucho más en el espacio. Esto fue intensamente criticado por un reconocido astrónomo y físico de la época en las siguientes palabras (sic) "...este revisionismo científico no tiene asidero frente a la tecnología de relevamiento satelital y sus teorias aparecen como irrelevantes en el campo de la dinámica del cinturón de Van Allen...".
Resultó que en el mes de Febrero de 2013 se anunciaba que se había descubierto un tercer cinturón de Van Allen gracias a la tarea de dos sondas gemelas que comenzaron a recolectar datos en Septiembre de 2012, eso ocasionó que mi antiguo detractor se pusiera en contacto conmigo para disculparse y pedirme un ejemplar completo de mi trabajo.
Quedamos en contacto pero como mis escritos están en permanente revisión aún tengo pendiente la nueva publicación; justamente una de esas revisiones -la última- deviene de lo publicado por CEUFO y tiene que ver con la incidencia de los Toroides Geomagnéticos sobre la superficie terrestre.
Un modelo de influencia sobre ellos quedó plasmado en las pruebas nucleares atmosféricas del Atlántico Sur en 1958 donde se registraron variaciones electromagnéticas a tan solo 200 km de la superficie (1/5 parte del supuesto limite inferior de los cinturones).
Ahora, quiero relacionar esto con lo que expresaba en las notas ya publicadas en CEUFO (24/12) sobre las posibles causas de las pérdidas temporales.
Estas anomalías de tiempo no solo han ocurrido en La Pampa, también se han registrado en diferentes lugares del mundo; si hoy se confirma que el geomagnetismo terrestre se extiende mucho más allá en el espacio, ¿por qué no existiría la posibilidad cierta que se extienda hasta la superficie terrestre e incluso hasta muy abajo de la superficie?.
Esto daría un sentido adicional a las anomalías geomagnéticas y gravitacionales que se presentan en la Tierra y que en algunos casos son persistentes y en otras esporádicas.
Consistente con este asunto quisiera relacionarlo con las notas publicadas tambien en CEUFO (12/09) que hablan sobre las misteriosas desapariciones de agua; en las mismas ponía sobre la mesa tres anomalías severas: la perdida masiva de agua, los enormes agujeros circulares que se comenzaron a ver alrededor del mundo y la presencia de enormes círculos habituales en regiones congeladas; y sumaría una cuarta que trata sobre la formación espontánea de círculos o anillos de diferentes tamaños con intensa degradación de la vegetación.
El tema es que en estos días en Tampa, Florida, un enorme agujero de 6 metros de diámetro por 6 de profundidad, aparecido dentro y debajo de una vivienda le habría costado la vida a un hombre que aún se encuentra desaparecido dentro del mismo; según las expresiones de las autoridades en medio de la incertidumbre del evento (sic) ese "no es un hoyo típico...es un abismo" y "presenta una masa fluida muy espesa".
Si bien este caso no es nuevo en esa zona, me llamó la atención una serie de datos relativos al estado del geomagnetismo terrestre en ese lugar en el momento del hecho observado en las escasa publicaciones sobre la materia, existieron efectivamente algunas variaciones de los parámetros habituales que comparadas globalmente podrían entenderse como anomalías geomagnéticas transitorias.
Como si esto fuera poco, el pasado 12/03 en San Luís, Misourí (también en US) un golfista cayó en otro agujero de 5,5 metros de profundidad y 70 centímetros de diámetro, cuya formación no pudo explicarse.
Hice entonces una experiencia -arriesgada por cierto que no recomiendo copiar por seguridad- coloqué un tazón de tierra en el microondas y fuí subiendo la potencia progresivamente, existieron cambios sí pero no significativos en la contextura de la tierra; pero cuando le fuí agregando agua proporcionalmente, en un punto alto de intensidad del flujo del microondas la tierra con el agua se convirtieron en un espeso fluido con una consistencia similar al engrudo.
Esto me hizo pensar en la mecánica de los rayos, en ella las pastículas positivas de las nubes atraen a las negativas de la Tierra y se produce un efecto doble: una emisión de particulas desde abajo y la percepción de la caida del rayo desde arriba.
Me pregunto entonces si es posible que esto ocurra igualmente con el geomagnetismo terrestre, y que se manifieste en formas todavía no reconocidas por la ciencia; y que tanto los notables agujeros cuya formación hoy no se entiende totalmente, como las percepciones de pérdida temporal se deban a una respuesta dinámica del flujo geomagnético planetario en un estado de permanente evolución.
Casualmente como dato notable, existen en la provinicia de La Pampa antecedentes de la formación de agujeros superficiales, ¿coincidencia?.