La difusión reciente y masiva de un caso del que tenía
conocimiento desde hace más de un año, relatado por el protagonista de una
historia poco creíble, obligó a la consulta que infinidad de medios locales,
regionales y nacionales me hicieron en los últimos días, desestimando todo tipo
de especulaciones sobre la veracidad de un caso tan contradictorio como
descabellado.
Ante eso, hoy tengo la necesidad de hacer pública mi postura
concreta al respecto: en mi opinión el caso no es real, aunque desconozco los motivos
por los que el protagonista narra la serie de disparates que han sido causa de
risa en todas las redes públicas y en programas radiales donde el caso ha sido tema
central de todo tipo de chanzas.
En mi experiencia de más de 40 años como investigador de
campo, jamás encontré un testigo que tuviera interés en trascender en los medios
de comunicación. El perfil bajo y la búsqueda de una respuesta que en muchos
casos ni siquiera aún tenemos, fue la característica que definió el accionar de
los investigadores que nos interesamos seriamente del tema, que además fue
abordado por una docena de investigadores de distintos puntos del país
nucleados en ICOU (Investigadores de Campo OVNI Unidos) que inclusive, en dos
oportunidades deliberaron en la ciudad de Santa Rosa.
A esta altura de los acontecimientos, entiendo que el
protagonista tuvo la necesidad de hacer público el caso y lo hizo. También
sería interesante que hubiera acercado al diario que publicó su versión, el
resultado del análisis del CITEFA.
En lo personal, el caso es insostenible y por lo tanto, no
vale la pena continuar con el desarrollo de especulaciones sobre un caso que no
es real. No tiene siquiera el mínimo sentido comparado con los casos publicados
en este sitio y que datan de muchos años, sobre los que aún hoy seguimos
trabajando.