La ruta 10 es una vía de carácter provincial que cruza de este a oeste gran parte de la provincia de La Pampa. Este capítulo tiene un sugestivo nombre precisamente por la gran cantidad y variedad de relatos recogidos de gente de los pueblos que emergen a sus costados.
Desde “un tren” o “un colectivo” que pasa volando sobre la ruta hasta “una” o “dos lunas” que surcan el cielo mientras los que circulan sobre la misteriosa ruta 10, observan azorados un espectáculo que sólo ellos pueden describir. Como expresé en otro capítulo, antes se creía que las extrañas apariciones de naves voladoras se producían en invierno, mas precisamente en los meses de mayo y junio. Fue en esos períodos en que por la década del 70 recogí más relatos de episodios que hacían referencia a esas apariciones.
Lo que resulta simple en un análisis un tanto más detallado es que en invierno, hay más horas de oscuridad, lo que redundaría a favor de una mayor cantidad de observaciones. Sin embargo, la gente del campo tiene por costumbre acostarse muy temprano, en cuanto oscurece, lo que también jugaría a favor del fenómeno, favorecido además por la baja densidad demográfica de una provincia por demás extensa.
Fue a principios de la década del 70 cuando varios episodios conmocionaron la zona de Colonia Barón, una localidad ubicada unos 90 kilómetros al NE de la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa.
Entre ellos, se mencionó el paso a muy baja altura de un objeto circular, completamente iluminado y con gran cantidad de ventanillas. Sin dudas era un clásico “plato volador”. Ese que se popularizó a partir de los dichos del piloto Keneth Arnold.
La diferencia de las observaciones de la región era que en esta zona, el tamaño de los “platos voladores” era mucho mayor que los descriptos por Arnold.
Sin dudas lo que más impactó a los ocasionales testigos fue la baja altura a la que volaba el OVNI y hasta les dio la sensación que descendió en un campo de las cercanías, luego de superar una curva en la que se producía el cruce de la ruta con las vías de un ramal del ferrocarril Sarmiento. Otros relatos hacían mención a un objeto “con forma de cigarro” lo que por aquella época se interpretaba según algunos investigadores como “nave nodriza”.
Durante una oleada que se produjo a fines de la década del 70, varios productores rurales afirmaron haber observado un “plato volador” sobre una línea de alta tensión, durante una noche en la que una tormenta eléctrica arreciaba en la zona. Una posterior recorrida por la zona me permitió dialogar con los testigos que describieron al ovni como “un objeto oval” que se mantuvo suspendido sobre la red de alta tensión durante un prolongado espacio de tiempo. Una posterior consulta a la cooperativa que brinda el servicio eléctrico en la zona, confirmó que no se produjeron anormalidades en el servicio de la región ni consumos que llamaran la atención de los técnicos.
Pero el hecho más impactante del la década del 70 lo recogí en esa zona en el año 1976, en oportunidad en que me desempeñaba en la redacción del desaparecido diario La Capital de la ciudad de Santa Rosa cuando recibí el llamado de una persona muy conocida de aquella localidad que aseguró que su hijo y una primita, cuyas edades rondaban los 6 y 7 años, le relataron que mientras cabalgaban en un establecimiento rural de un familiar, se encontraron con “un hombrecito de lata”.
La calificación que hicieron los niños (hoy personas adultas) llamó la atención de sus padres que poco después decidieron comentarme el episodio. Los niños mantuvieron sus dichos y relataron que mientras cabalgaban vieron al “hombrecito de lata” de un tamaño que de acuerdo a su descripción no excedería los 50 cm de estatura. Cabe destacar que por aquel entonces los medios de difusión, especialmente la televisión eran por demás limitados e intentaban un incipiente desarrollo y no en todos los hogares se disponía de un aparato de tv, lo que podría haber potenciado la imaginación de los niños.
La utilización del término “hombrecito de lata” es por demás contundente a la hora de la definición por parte de los chicos que describieron con algo que ellos conocían y pudieron comparar: con una lata.
Pero lo más sorprendente fue que los chicos confirmaron que no sólo lo vieron sino que también jugaron con “el hombrecito de lata” que finalmente “se fue” y ellos volvieron a la vivienda con la novedad.
En la década del ´80 la cantidad de episodios llamativos tuvo un corrimiento en la ruta 10 y se centralizó más en el tramo comprendido entre las localidades de Winifreda y Santa Isabel.
Allí se produjeron no sólo avistamientos de extrañas naves que en algunos casos confundieron a los testigos con la presencia de la Luna, sino que en ocasiones hubo persecuciones y potenciales casos de abducción.
También en ese tramo se produjo el primer testimonio que hacía referencia a “ojos rojos” en medio de la oscuridad que causaron pánico en los testigos. En el sin número de relatos, sobresalen las descripciones de objetos de características excepcionales por su tamaño, que en el caso de un grupo de cazadores describieron que observaron una luminosidad que interpretaron era un incendio que tenía un frente de unos 600 metros que sin embargo “salió volando” y tuvo relación con una posterior persecución a los aterrorizados cazadores.
En otra ocasión, una patrulla policial encabezada por el jefe de la comisaría de Telén, comisario David Gallego, fue perseguida por un camino vecinal que une las localidades de Victorica y Telén por un tramo de unos 10 km.
En la misma región, tres niños de corta edad aseguraron que “una luz” los llevó, que viajaron en una extraña nave y que “de arriba veían las luces de ciudades” y también “estrellas”. El episodio que conmovió al vecindario de un barrio de una localidad del oeste culminó con la aparición de los chicos en un costado del pueblo, pero sus padres interpretaron que el relato sólo era una excusa para evitar el llamado de atención por la actitud. Transcurrió un año y como los niños sostenían su postura, los padres decidieron mediante un familiar darme aviso para que intentara comprender el episodio. Obviamente, los chicos hoy adolescentes sostienen la experiencia y sólo ellos saben la magnitud del episodio que protagonizaron.
Esto, es tan sólo una síntesis de la cantidad y calidad e los casos producidos en la misteriosa ruta 10. Esa misma en la que a principios de la década del 80 descubrimos los extraños destellos en medio del desierto y donde en 1996 descubrimos los “flashes o pulsos de luz” que impactaron la atención de los pampeanos.
Las preguntas aún no tienen respuesta y por el contrario, la cantidad de casos aumenta porque el fenómeno “está ahí”, se siguen manifestando con inusitada frecuencia pero… la búsqueda continúa.